Amor y poesía más allá de la muerte
Si por la pena
de este amor mi alma herida
huye y se esconde,
seré un cadáver, pero
de cuerpo enamorado.
Koishiki ni
wabite tamashii
madoinaba
munashiki kara no
na ni ya nokoramu
Tras leer este waka anónimo del «Kokinshuu», cómo evitar la asociación inmediata con…
AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE
Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;
Mas no de esotra parte en la ribera
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.
Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Medulas, que han gloriosamente ardido,
Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.
No creo que haya mucha duda acerca de que Francisco de Quevedo no pudo inspirarse en este poema del «Kokin Wakashuu», más conocido por «Kokinshuu» («Colección de poemas japoneses antiguos y modernos») compilación realizada principalmente por Ki no Tsurayuki, y prologada también por él. Es la primera de este tipo realizada a petición de un emperador, y se finalizó a principios del siglo X. Actualmente ha aparecido una estupenda edición en Hiperión, traducida, anotada y prologada por mi admirado y querido profesor Carlos Rubio, al que debo el haber aprendido muchísimo acerca de las claves que marcan el maravilloso recorrido por los textos de esta literatura. Gracias a él he descubierto obras nuevas para mí, matices diferentes en mis lecturas conocidas y muchos senderos nuevos que transitar.
Desde hace años he disfrutado de la literatura japonesa, más de la clásica que de la contemporánea, sintiéndome como un pez de colores en un arrecife de coral cuando me sumerjo en ella. mi identificación con esa sensibilidad, con esa visión estética va más allá de lo intelectual. No obstante, cuando se revive la emoción que traspasa estos dos poemas, tan distintos en la forma, tan iguales en el efecto, se comprende -o se siente- que la distancia no es nada en el fluir de la conciencia, en la manifestación profunda de las emociones.
Más allá de dualidades oriente/occidente, más allá de estilos y maneras, los hombres han sentido y sienten emociones puras que les trascienden «más allá de la muerte».
Y, siendo así, tal vez el fluir de conciencia de aquel poeta que vertió sus sentimientos en el molde del canon waka, siguió su curso y llegó al Siglo de Oro convertido en un caballero cristiano, tan kármicamente enamorado, tan arrastrado por sus sentimientos, que tal vez hoy esté expresando lo mismo en otro planeta, a años luz de esta galaxia, o en forma de pez de colores, de palmera o de tigre.
Damos vueltas y vueltas, así es la rueda del samsara. A veces con el viento de frente, a veces con un sol de justicia y, a veces, con una brisa tibia y calmante que le reconcilia a una con la vida.
Esa sensación de calma, de «regresar a casa» es lo que yo experimento con la lectura de la literatura japonesa en General. Tanizaki, Kawabata, Ichien Muju, Dama Sarashina… en todos encuentro paz. Incluso en los episodios más duros y sangrientos, en los jocosos y dramáticos, atisbo de fondo una serenidad que se me contagia, que me impregna por completo, que, además, me impulsa a escribir, a compartirlo de algún modo. Por eso creo que Sei Shonagon ha sido y es mi más profunda inspiración, hasta el punto de que me gusta pensar que tal vez su fluir de conciencia y el que ahora compone este yo se han entrelazado en el transcurso de las vidas… ¿por qué no?
Para acabar por hoy, copio el comienzo del prólogo de Ki no Tsurayuki, que expresa con una extraordinaria belleza y mucho mejor que yo lo que quiero decir:
«La poesía de Japón tiene su semilla en el corazón humano donde germina hasta crecer en las hojas de las innumerables palabras. Los que vivimos en el mundo nos hallamos afectados por muchas experiencias expresando con la exuberancia de la vegetación de las palabras lo que vemos y oímos. Por ejemplo, cuando oímos el trino del ruiseñor en la floresta o el croar de la rana en el agua, comprendemos que no hay ningún ser vivo sin canción».
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Hoy ya estamos a 19 de agosto. Aclaro esto porque a continuación quiero añadir la estupenda explicación que me ha enviado Carlos Rubio hace un par de días, tras tener la gentileza de prestarle atención a esta entrada.
Empieza comentando que precisamente este es uno de sus poemas favoritos del Kokin, con cuya traducción quiso hacer un guiño al poema de Quevedo (también predilecto), ya que su versión en español tuvo que ser bastante libre, so riesgo de un resultado nada satisfactorio.
Y lo explica así de bien:
“Fíjate, si no, cómo quedaría el asunto en una traducción más o menos literal y bastante prosaica (aunque desnuda de dos o tres dobles sentidos de las palabras del original): “Si por mi pena de amor (esto es “koishiki ni”) mi alma sufriente escapara hasta ocultarse (implica morirse), lo que quedaría de un amor vacío sería la simple historia de un cadáver”.
La palabra “kara” del original quiere decir “cadáver», pero también puede significar “ a causa de”, por lo cual la frase de “munashiki kara”, también se podría interpretar como “a causa de un amor vacío”. Estos dobles sentidos eran posibles porque aquellos poetas del Kokin escribían no en sinogramas, sino en hiragana que es una escritura silábica perfecta para reproducir la homofonía de muchas palabras japonesas.
Este poema en concreto es anónimo, lo cual quiere decir una de estas dos cosas: o que eran tan viejo que no se conocía su autoría o, creo que más probable, que no era prudente revelarla (a su vez, o por ser un poema atrevidillo, es decir, muy pasional, o porque el autor era una persona de relieve y por discreción no quería que se supiera, o bien porque el autor era alguien malvisto en la corte por aquellos años y el compilador no juzgó prudente incluir su nombre”.
Agradezco a Carlos su generosidad al permitirme reproducir en esta entrada sus aclaraciones, enriqueciéndola enormemente. Es para mí un `privilegio y un placer contar con su atención y, además, poder compartirlo en el blog.
(Pero a veces la soledad y el peso de la vida se imponen al amor, y la literatura también lo cuenta. De eso se habla en este enlace)
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