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escena de interior

7 07Europe/Madrid noviembre 07Europe/Madrid 2018

Si hubiera que describir un andén del metro de Madrid a una persona que no lo conociera en absoluto, que jamás hubiera bajado allí, supongo que sería necesario explicar su estructura básica, sus accesos, los materiales de los que está hecho, sus carteles publicitarios, su mobiliario, etc. Habría que contar todo eso, y añadir referencias a los sonidos, los olores, la temperatura, los colores, el ambiente en general…

Todo eso sería imprescindible para una descripción objetiva. Sin embargo, sólo con eso no podría hacerse una idea completa y cabal de lo que realmente es, de cómo se vive y se siente ese lugar.

Por ejemplo, sean cuales sean los grados centígrados que pueda marcar un termómetro de ambiente dentro de un andén cualquiera, la temperatura subjetiva que se siente allí es baja. El metro es un lugar frío. No importa que haya una madre con su niño, una pareja besándose, o dos dulces ancianitas esperando la llegada del tren. Da lo mismo, es un lugar inhóspito, que no se presta a evocaciones líricas o románticas.

Un Andén puede estar pintado del color que esté, tener azulejos de colores y estar lleno de llamativos carteles publicitarios y pantallas donde se proyectan estridentes vídeos. Es indiferente: un andén del metro es un lugar que inequívocamente se puede calificar de “gris”.

Cuando hay que pasar bastante tiempo de la vida en estos sitios, uno aprende a estar en ellos sin estar. La escena del interior de la tierra, del subterráneo de la ciudad está también llena de otras escenas que casi nunca se comparten, que son completamente individuales, porque se viven en el interior de cada uno, mientras se espera la llegada del tren.

Esas escenas íntimas a veces no tienen ni la más mínima conexión con el entorno frío y gris. Es como si esa presunta realidad no fuese más que eso “presunta”, una alucinación colectiva, una convención sensorial que nada tiene que ver con la realidad más vívida.

Creo que nadie cuenta esas sensaciones, pero estoy completamente segura de que todo el mundo las tiene de un modo más o menos consciente.

Yo, a veces, cuando estoy esperando en el andén, el metro es mentira: la gente, las luces, los ruidos… Nada de eso tiene existencia real. La verdad, la única verdad es casi del todo inefable. Me siento envuelta en una calidez suave, que me traspasa y me trasciende. Quedo diluida en la sensación de sentirme querida y abrazada, incluso más allá de los límites del espacio.

From → Ecos, Espejismos

2 comentarios
  1. marymerfan permalink

    Cálido como un «presunto» andén de metro. Me ha encantado. Y la música que has elegido también: 2046 es una de mis 10 películas favoritas y la banda sonora es im-presionante. Gracias.

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