Domingo de Ramos
«¡A la voluntá
hay romero y olivo!»
Ramitas rotas.
HOSANNA HEY, …SANNA…SANNA… SANNA HO SANNA HEY….SANNA… HOSANNA
Hoy es Domingo de Ramos. Mañana soleada y desbordante de primavera. Pagan el pato el romero y el olivo, que desmembran las gitanas en ramas torturadas y rotas, condenadas a la muerte como el Mesías al que supuestamente saludan.
Aquí, cerca de la iglesia que da nombre a la estación de metro, a pocos pasos de la entrada y a unos cuantos metros sobre sus cabezas, escucho a esas gitanas gritar su mercancía de hoy.
Me dan pena las ramitas rotas y me da alegría oírlas vocear a ellas. Confieso que es una alegría envidiosa, porque pueden hacerlo. Ellas pueden gritar en mitad de la calle, a pleno pulmón, sin vergüenza ni discreción. Como les da la santa gana, dicho sea hoy de manera más apropiada que nunca.
Parece casi una sesión de terapia de grupo con la voz. Mujeres y niños gritando a cuál más y con más fuerza. Da la impresión de que sueltan nudos y se limpian ahogos.
Aquí arriba, asomada al balcón pienso que no podría… Sé que yo no podría de ningún modo hacerlo, pero qué bien me sentaría…
Por qué recurrir a esa forma tan primaria de expresión cuando hay otras mucho más refinadas, reflexivas, conmovedoras, agradables, personales, silenciosas, interiores, no invasivas, trabajadas…
¿Ellas pueden? Ellas lo hacen sin más. Pero ¡cuánto ruido para tan pocas nueces!
Bienvenidas «las calladas maneras» 🙂
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¡Muchas gracias!
Desahogos primarios para emociones primarias… ¿Quién no las tiene?
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