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No es bueno que el roble esté solo

3 03Europe/Madrid mayo 03Europe/Madrid 2020

Además de los recuerdos, de mi madre me quedan muchas cosas tangibles e intangibles: sus pendientes favoritos (regalo de mi padre), su muñeca bruja de trapo (regalo mío), su alianza de casada (que no me quito jamás, ropa que ella me confeccionó (era una auténtica maestra) y otros muchos objetos preciosos. Pero, ante todo esto, permanece muy viva su presencia en mi corazón.
Y, dentro de las cosas intangibles que me ha legado, está el don de cuidar de las plantas. Sé que es difícil de creer, pero hasta la muerte de mi madre, a mí se me amustiaban casi hasta los cactus.
En el tanatorio donde la velamos nos entregaron cuatro o cinco robles recién nacidos, como criaturitas vegetales entre mantillas de cartón y plástico. Yo me quedé con dos de ellos, con muy poca fe en mis posibilidades de sacarlos adelante. Pero me equivoqué.
Los dos roblecitos cayeron en mis manos el 1 de octubre del 15. A las pocas semanas se convirtieron en dos pequeños palitroques plantados en sendas macetas: una pena.
Sin confianza en mí como niñera ni en el reino vegetal ni en el animal (ya no digamos en lo que se refiere a este género nuestro… el humano), observaba los palitos aparentemente sin vida. Sin embargo, en febrero comenzaron a salirles unas diminutas yemitas aterciopeladas… ¡Milagro! ¡estaban vivos!
Con sus más y sus menos, con ataques de hongos oportunistas, con cuidados y mimos, los dos salieron adelante.
Hace dos años uno de ellos fue trasladado a vivir y crecer en Asturias en un hermoso prado propiedad del padre de un querido amigo. Allí sigue, muy cerca de una bonita cabaña de madera, donde se reúne la familia en cuanto templa el aire y el sol hace brillar el verdor de ese rincón, verdadero «locus amoenus» en medio de Valdés. ¡Ojalá siga bien y pronto pueda yo comprobarlo!
El otro roblecito sigue aquí conmigo, en una maceta situada en el alféizar de la ventana de la cocina. Este pobre ha pasado mucho y siempre temo que no soporte un invierno más. Pero, como mi madre, es más fuerte de lo que parece: tiene una mala salud de hierro. Además, como ella, se mantiene erguido y muy digno en su pequeñez. Se le podría decir «alto», sin pensar ni en proporciones ni en medidas, como decía en su poema pablo Salinas.
Otra cosa que le pasa a este roble es que tampoco le gusta estar solo. Primero fueron unas semillas de limón, que dieron lugar a tres limoneritos que hubo que trasplantar, claro está). Después fue una tomatera que amenazaba con meterse en la cocina, al igual que un par de plantas de melones que llegaron a colonizar el alféizar casi por completo. Con o sin intención, todo lo que cae en esa maceta germina con fuerza.
Ahora mismo tiene a su lado otra planta también alta, más flexible y frágil, que no tengo ni idea de lo que es. La otra mañana, al regarlas pensé: «debe de ser que no es bueno que el roble esté solo… Y más aún: tal vez no sea bueno que nadie esté solo, completamente solo». Yo no me había dado cuenta hasta ahora. Por fin lo he comprendido. Soy dura de mollera. Él ha tenido la paciencia de repetírmelo a su manera, machaconamente, a fuerza de albergar en su «maceta de acogida» a cualquier semilla de paso que quisiera un poco de tierra donde brotar.
También me lo decía mi madre…: «vaaaale… Entendido… Ya os he oído a los dos».

***

Otros momentos del roble:

Conuco urbano (Tanka): https://marymer.wordpress.com/2017/05/29/conuco-urbano-tanka/

Hojas de roble (Tanka): https://marymer.wordpress.com/2016/10/31/hojas-de-roble-tanka/

Ternura (Tanka): https://marymer.wordpress.com/2017/03/05/ternura-tanka/

Nigatsu ni (en el segundo mes): https://marymer.wordpress.com/2018/02/05/nigatsu-febrero/

From → Espejismos

One Comment
  1. Víctor Fernández-Chinchilla permalink

    Preciosa entrada.
    En una de las versiones de la creación en la biblia, dios hace al hombre, solo al varón, a su imagen y semejanza. Y viendo a su criatura vagar por el paraíso se dijo ‘- No es bueno que el hombre esté solo’, y creó, para que le hicieran compañía… a los animales, por eso yo tengo mi gatita Marusa II.

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