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27 27Europe/Madrid julio 27Europe/Madrid 2018

El próximo mes de agosto hará seis años que comencé a escribir este blog. Últimamente me ha estado rondando la idea de cerrarlo. Surgió como una necesidad de comunicarme y lo he ido construyendo poco a poco, con retazos de la memoria, de los sueños y de la vida, todo junto, trenzado y confundido a veces, como hebras de colores en una trama vista a distancia. Me he preguntado sinceramente qué sentido tenía seguir escribiendo y, aunque aún me lo pregunto, me han convencido para que al menos no lo cierre.
No obstante, lo que sí siento es que en todo caso necesito cambiar el rumbo unos cuantos grados. me he acostumbrado a un tono y a una identidad, y me siento estancada en ellas. Claro está, a cada instante vamos evolucionando y moviéndonos, pero tendemos -al menos yo- a la comodidad de dejarnos mecer por nuestro ritmo habitual. así que me parece conveniente dar un pequeño toque para cambiar la trayectoria levemente. Unos pocos grados modificando inicialmente la dirección se convierten en una seria desviación en muy poco espacio y tiempo. Tal vez esto es a lo que aspiro, porque no me quiero terminar de acostumbrar a la comodidad del papel de Marymer.
Llevo tiempo pensando que tanto lo que hago como lo que pienso son solo espejismos. Cada instante se imprime en la mente, pero el soporte donde lo hace, esa mente, no es estable y todo va transformándose, como en esas escenas cinematográficas donde las personas o los espacios se convierten en otra cosa delante de los ojos del espectador. Nuestra mente actúa así y, al final, todo son espejismos: no queda nada, no hay nada más que impresiones móviles en una mente inestable por su propia naturaleza.
Por ejemplo, podría decir: «Tengo cincuenta y tres años». ¿De verdad «tengo cincuenta y tres años»? ¿»Tengo» algún año, algún mes, algún segundo? ¿Se puede acumular el tiempo como una propiedad? Pues no. Ese es otro espejismo. Nos hemos acostumbrado a nombrar las cosas y a las personas como si pudiéramos poseerlas, y no somos dueños ni siquiera de nuestros recuerdos ni de nuestros pensamientos.
Quisiera dejar de ser la Marymer que conozco, pero sé que no puedo hacerlo de pronto, así que me propongo empezar a desviarme un poco de la trayectoria habitual, a ver qué pasa. Por lo pronto este blog va a cambiar de título. Desde hoy va a ser «El libro de los espejismos».

From → Budismo, Espejismos

3 comentarios
  1. Víctor Fernández-Chinchilla permalink

    ¿Los toxos también son espejismos?

    Le gusta a 1 persona

  2. Cambia y cambia, / buscando su color, / la hortensia (Bairyu)

    Me gusta

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