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«Las calculadoras de estrellas»

19 19Europe/Madrid agosto 19Europe/Madrid 2019

la verdadera protagonista de esta novela es Maria Mitchell. En «Las calculadoras de estrellas» de Miguel Ángel Delgado, a pesar de su título, de lo que menos se habla es de aquellas mujeres que catalogaron miles de estrellas, contratadas en pleno siglo XIX por la universidad de Harvard, a petición y bajo las órdenes del profesor Pickering.

A estas mujeres, a las que dejaron entrar a regañadientes en ese mundo de hombres, se les pagaba mucho menos que a ellos y en muchos casos, además, les birlaban sus trabajos de investigación (que salían rubricados con nombre masculino). Y, para acabarlo de arreglar, las ridiculizaban llamándolas «el harén de Pickering” y menospreciando sus descubrimientos, como sucedió con el de Cecile Payne, que llegó a la conclusión de que las estrellas estaban formadas de hidrógeno. Cosa que se tomaron a guasa los listillos de entonces, pero, mira por dónde, al final resultó ser verdad.

Después de leer esta novela, que en realidad es una deliciosa biografía de Maria Mitchell, muy bien novelada, desde mi punto de vista, una se queda con las ganas de saber más, mucho más acerca de aquellas mujeres a las que se contrató para catalogar las estrellas, porque sus antecesores masculinos en esa tarea habían fracasado estrepitosamente. Parece que el director del proyecto, el mencionado profesor Pickering, al comprobar los malos resultados de su equipo de varones, dijo que eso era capaz de hacerlo su criada.

La tal criada era Williamina Fleming, que lideró el grupo de calculadoras, que realizaron con éxito su cometido y más. Porque, en principio, la idea era la de contratar mujeres que trabajarían de manera más minuciosa y no se pararían tanto a pensar como los hombres. Vamos, que Pickering no es que fuera un feminista, es que pensaba que el trabajo era fácil: medir, apuntar y no pensar, “cosa de mujeres”.

Pero, sorprendentemente a ellas les dio por pensar e investigar, pero no pudieron destacar con sus magníficos hallazgos como lo hubieran hecho de ser hombres. ¡Hasta ahí podíamos llegar!

En fin, solo hacia el final de esta novela de Miguel Ángel Delgado es que se nos presenta el surgimiento de este grupo de mujeres, pero antes de eso hemos disfrutado de ver como aquella niña, Maria mitchell, nacida en una familia cuáquera, en Nantucket, el 1 de agosto de 1818, crece, estudia y se convierte en la primera profesora universitaria de astronomía de Estados Unidos.

 

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