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Para Mercedes

30 30Europe/Madrid septiembre 30Europe/Madrid 2019


Hoy hace cinco años que murió mi madre. La tengo presente siempre y siempre la echo de menos.
Cada vez soy más consciente de lo mucho que vive de ella en mí. El amor por la literatura, el gusto por el cine clásico, el sonido del piano, la debilidad ante un ramo de rosas o la alegría al apreciar un perfume exquisito son algunas de las cosas que aprendí a disfrutar gracias a ella, más por ver su propio deleite, que porque ella pretendiese inculcarme nada.
Su sensibilidad ante los animales, cuando, por ejemplo, intentaba convencer a alguna mosca despistada de que saliera de la cocina, y sus manos… esas manos que hoy tanto se parecen a las mías. Llevo con amor su alianza de casada, que me recuerda (aunque no lo olvido) mi compromiso como hija.
Mi madre siempre valoró la independencia y me transmitió la importancia de ese valor. Sé hoy que esto es relativo para todos, pero esto no contraviene en absoluto el camino de la liberación. En eso aún me queda mucho por recorrer.
Mi madre era dulce y firme, muy dulce y muy, muy firme. Yo no tengo ni esa dulzura ni de lejos su firmeza, pero cada vez admiro más esa mezcla que tanta autoridad confería a sus palabras y a sus acciones, siempre educadas y siempre medidas. Mercedes era una reina y como tal se comportaba.
Si tuviera que quedarme con una sola entrada de este blog, sería con «El sueño de Mucalinda». Ahí está todo. Por eso hago «trampa» y la voy arrastrando, cambiándola de fecha para que siempre esté vigente. Hoy he vuelto a traerla al presente para regalársela de nuevo a ella, que tanto quiso que yo escribiera, que tanto intentó comprenderme y que tan poco le dejé saber de mí.
En «El sueño de Mucalinda», en esta entrada, está todo y ella ya lo sabe.

 

https://marymer.wordpress.com/2016/08/18/el-sueno-de-mucalinda/

 

Como dice William Wordsworkth en su «Oda a la inmortalidad»:
«Aunque nada pueda hacer
volver la hora del esplendor en la yerba,
de la gloria en las flores,
no debemos afligirnos
porque la belleza subsiste
siempre en el recuerdo».
Y añado que tal vez no solo en el recuerdo, porque el presente y el futuro no carece ni carecerá de tal belleza. Lo sé y, ante todo, lo siento.
Estos versos, para mí famosos por la película «Esplendor en la hierba», también me recuerdan a mi madre. A ella le encantaba Natalie Wood y a mí el desenlace final de esa película, que me dejó una impresión profunda que ha ido adquiriendo sentido con el tiempo y con la vida. Como tantas veces, la emoción precedió a la razón y el afecto a las explicaciones.
Quería hablar de Mercedess Madre y, al final, inevitablemente aquí estamos las dos. Seguimos y seguiremos juntas, y lo digo con alegría y, sobre todo, con convicción, como se lo dije a ella.
Gracias. Gracias. Gracias.

 

La alegría y la ilusión están también en esta canción que a ella tanto le gustaba.

https://marymer.wordpress.com/2012/08/24/de-trapos-y-de-letras-presentacion/

5 comentarios
  1. Increíblemente precioso

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  2. Lupe permalink

    Aunque no he conocido a Mercedes Madre en persona, la conozco a través de ti.
    Sí, ‘gracias’ es una buena expresión por tantas cosas sembradas y florecidas.
    Cinco años de otra forma de presencia de Mercedes Madre.
    Con Mercedes Hija, aún tenemos la fortuna de poder compartir muchas cosas y de hacer cosas juntas. Y esperamos seguir haciéndolo durante muchos años más. Gracias por tu amistad. ¡Qué suerte haber coincidido con Mercedes Hija y, de alguna forma, con Mercedes Madre!

    Le gusta a 1 persona

  3. Lupe permalink

    Subsiste la belleza y subsiste el amor.

    Le gusta a 1 persona

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