Espaciosidad del silencio
La espaciosidad del silencio es algo muy difícil de explicar. Se trata de una experiencia que se toca algunas veces con la punta de los dedos en un momento de claridad.
Sentada en el cojín de meditación, observando la respiración, procurando no salir volando detrás de cada pensamiento, de cada emoción y de cada sensación; en un momento precioso, me doy cuenta de la vastedad del silencio desde donde surgen y se desarrollan todos los sonidos.
Pero, realmente este silencio apenas existe. Es la posibilidad del sonido, de los rumores, de los ruidos intensos y fugaces y de los zumbidos constantes y casi imperceptibles.
La vasta espaciosidad del silencio es como la propia mente. en ella se manifiestan las imágenes, las sensaciones, los pensamientos… En fin, todos los objetos mentales que se reflejan en ese espejo desde el que percibimos la realidad, que tal vez nunca alcanzaremos a conocer.
En ese silencio poblado de sonidos, por un instante puedo asomarme al fondo de un abismo desconocido e incomprensible, pero en absoluto inquietante. Me asomo a un espacio tan amplio como el propio universo, y puedo hasta identificarme con él. es muy poco el tiempo que dura la experiencia, pero ya es una muestra de que es posible, de que es el camino por el que debo seguir avanzando.
Y vuelvo a la respiración, a observar cómo entra el aire por las fosas nasales, cómo sale lentamente, una y otra vez.
¡Qué iguales son todas las respiraciones y qué diferentes también!
Solo respirar. Respirar y observar.
Solo escuchar. Escuchar y observar.
El movimiento de la vida y de la mente se hacen patentes. Todo es irrepetible y transitorio. Yo también lo soy y no puedo sustraerme a ese flujo constante. Si lo hiciera, siquiera si lo intentase, la realidad me pondría en mi sitio, como hace con todos y con todo lo que se le resiste.
Meditar para estar en paz. No por no pensar en nada, no por dejar la mente en blanco, no por permanecer inane, sino por aprender a mecerse en el flujo de la marea de la vida sin ahogarse entre las olas.
El silencio es un estado extraño a los tiempos que vivimos. Muchos no lo quieren ni en pintura, algunos ni saben lo que es y a otros se nos priva de él con alevosía y, a veces hasta con nocturnidad
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