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Tristante y Murakami (dos microrreseñas)

17 17Europe/Madrid junio 17Europe/Madrid 2015


«1969. un extraño caso de asesinato y corrupción en el año en que el hombre llegó a la luna» de Jerónimo Tristante es el primer libro que voy a comentar en esta serie que empiezo hoy. Ya en otras entradas he hablado de que actualmente mi trabajo consiste en corregir textos. Leo y leo durante horas y, para colmo, llego a casa y también leo: manías y vicios que tiene ya una cogidos desde hace décadas… Qué le vamos a hacer.
Pues eso, que con lo de tener que ponerse a fondo con el libro que a una le manden, resulta que se descubren verdaderos bodrios y, por supuesto, también joyas que, seguramente, de otro modo lo mismo ni las hubiera tocado. En todo caso, de todos los libros que he leído he aprendido algo y creo que hay uno solo de ellos que fulminaría sin salvar ni una letra. Pero eso ya llegará y ya veré si siquiera lo nombro.
Como decía al principio, voy a empezar por la Novela ya citada de Jerónimo tristante. ¿Por qué con ella? pues sencillamente porque tengo las carpetas colocadas por orden alfabético en el ordenador y es la primera que aparece. Podría contar otra cosa, pero el criterio es así de simple.
«1969. un extraño caso de asesinato y corrupción en el año en que el hombre llegó a la luna» fue publicada por Maeva Ediciones en 2009 y yo la leí en 2011, no obstante, no se me ha olvidado su trama ni tampoco la buena impresión que me dejó. Se trata de una novela policiaca, a la española: con su policía alcohólico y deprimido como un perfecto antihéroe, con su historia de amor con una señorita cursi de la Sección Femenina, que al final da para mucho más de lo que se podría pensar; no falta tampoco el cura del pueblo con su procesión chusca ni el trasfondo social de la españa de finales de los sesenta; pero, ojo, sin que el autor se ponga ni pesao ni adoctrinante.
Creo que se trata de una buena novela, entretenida y bien escrita, con una trama compleja a la que solo en muy pocas ocasiones se le puede poner algún pero, por despiste del autor. Es también divertida, con su punto de humor crítico y caricaturesco.
Se trata de uno de esos libros que, por mí misma, no hubiera leído nunca. He de reconocer que tengo más de un prejuicio acerca de los autores contemporáneos y, si la trama es de la España del siglo XX, más.
Y esto enlaza con el siguiente título de la lista… ¡rataplán, rataplán!… ¡»After dark» de Haruki Murakami!
Tusquets publicó esta novela en 2008 y yo la leí por obligación laboral en 2009. Es sabido de todos los que me conocen mi inclinación hacia la cultura japonesa y, de hecho, el lema de este blog y alguna de sus entradas dan fe de ello, y Sei Shonagon precisamente me inspiró para crearlo así, misceláneo y ecléptico. No obstante, a pesar de lo mucho que me habían hablado de Murakami, yo me negaba a leerlo, por ese prejuicio mío contra los autores contemporáneos: si algo no ha pervivido más de cincuenta años con vigor en el mundo de la literatura, no merecía mi tiempo. Utilizo el pretérito imperfecto, porque la realidad me ha demostrado que tal cosa es una auténtica simpleza de niña repipi. Es cierto que los medios de comunicación ensalzan y obvian textos por motivos poco relacionados con su valor literario, en la cultura del consumo rápido en la que vivimos, pero es verdad también que los prejuicios pueden hacer que uno se pierda cosas que, al final, resultan un gran hallazgo.
Así me pasó con Haruki Murakami, de quien, a estas alturas, creo haber leído todo lo publicado en español, y, salvo escepciones y con distintos grados de satisfacción, todo me ha gustado. Diría que mi novela favorita es «Kafka en la orilla», pero con «After dark» me enamoró a primera lectura.
Desde mi punto de vista Haruki Murakami refleja en sus textos tanto el japón moderno y trepidante como la sensibilidad y la interiorización que impregna esa cultura y esa estética. Como nosotros, nos guste más o menos, estamos marcados por el cristianismo, la mentalidad japonesa se impregna de shinto y de budismo. Esto es lo que se observa a través del comportamiento de los personajes y la sensibilidad de la atmósfera que se percibe en todas las novelas y cuentos de Murakami.
Esa realidad aparente y esa falta de necesidad de explicar el extrañamiento son muy budistas y muy shinto, aunque explícitamente no se hable de ello en los textos. «After dark» para mí es más una atmósfera que una trama, una atmósfera misteriosa y seductora que no necesita ser comprendida ni debe serlo porque, entonces, perdería su encanto. En «After dark» uno se transporta mágicamente a un universo que parece cercano y comprensible, pero que a la vez resulta paradójicamente ajeno.
Y, sin embargo, «After dark» no resulta inquietante. Más bien al contrario. Uno la lee y se siente en calma, como flotando en un mundo extraño y apacible, cercano e irreal. Desde mi punto de vista, en las obras de Murakami, bien predomina la acción, bien la interiorización. Junto con «Tokio blues» y «Al sur de la frontera, al oeste del sol», «After dark» constituiría el grupo de novelas de sensibilidad más íntima y calmada.
Bueno, y por esta vez ya vamos bien para una entrada. Espero que esto sirva para que alguien que no las conozca disfrute también de estas novelas, unidas aquí por la causalidad del explorador de Windows (como decía el sereno de «La verbena de la Paloma»: «… Son cosas de estos tiempos»).

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