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Nirvana y Samsara

20 20Europe/Madrid noviembre 20Europe/Madrid 2016

   http://www.youtube.com/watch?v=lfyAz6Tmx30

No son dos lugares, ni dos tiempos, Nirvana y Samsara son dos estados distintos de la mente, el primero claro, sereno y despierto y el segundo ofuscado y dependiente, zarandeado por los vientos y encayado en los arrecifes.
La mente samsárica está zarandeada entre el dolor y el placer, aferrándose a lo inaferrable, intentando atrapar las olas y parar el tiempo cuando siente placer, y saltárselo como sea, cuando el dolor la atenaza. Lucha contra lo impermanente, acumulando derrota tras derrota, vida tras vida.
El Nirvana es un estado de comprensión total de todo. No hay nada que quede fuera, porque la dualidad desaparece. Ese estado de atención serena y tranquila, ese Despertar, es la Budeidad.
Sabiendo que esto existe, yo no aspiro a menos. Sabiendo que esto existe y que de alguna manera se puede alcanzar, es lógico que uno lo pretenda para sí y para el resto de los seres, porque uno no podría tener un verdadero estado de satisfacción completa rodeado de sufrimiento.
Según algunas vías del Budismo, ese Despertar se puede lograr en una sola vida y experimentarse en fracciones de segundo, en fugaces momentos de lucidez, que uno aprende a “extender”, entrenándose a través de la meditación para ser cada vez más consciente de ellos.
La claridad de la mente, su pureza, son su verdadera naturaleza. Sin embargo, son muchas las interferencias que dificultan el sintonizar con esa onda, y es preciso entrar en un proceso de “descreencia”, para no quedarse en todos esos ruidos que perturban la percepción de la realidad tal y como es.
El proceso de “desaprendizaje” y “descreencia” a veces es inquietante e incómodo, en un primer momento. Nos identificamos con nuestros ruidosos procesos mentales, para sentir que somos ese “algo”. ¿Qué sería de nosotros si descubriéramos que no somos eso? ¿Estaríamos a merced de todo y de todos? ¿Quedaríamos abocados a la indiferencia, la inacción y el nihilismo? Pues no. Confundimos muchas cosas: meditar con rumiar pensamientos, pensar con engancharse en discursos mentales, hablar con parlotear, parlotear con comunicarse, interactuar con reclamar atención, oir con escuchar, comprender con interpretar, no hacer nada con indiferencia, indiferencia con serenidad, compulsión con dinamismo… Confundimos tantas cosas y tantas palabras, que la acción se convierte en un vértigo o en una inercia y, en ambos casos, se pierde la conciencia de lo que se hace y, perdida la conciencia, la mente queda a merced de los vientos y los arrecifes.

From → Budismo

One Comment
  1. víctor permalink

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