Entre mis recuerdos
Sin cruzar la puerta,
buscar por las aceras.
Volver a casa, volver a casa, volver a casa…
Tan lejos de casa,
desorientada,
buscando una referencia o un ancla gigante,
para luego seguir navegando.
Qué triste estar tan lejos de casa,
Qué nostalgia del Amor verdadero,
Qué frío de estación abierta…
En zapatillas,
seguir escribiendo, descalza,
sin salir de casa.
Sin haber salido de casa.
Y tan lejos de casa.
Hoy leyendo un poema de James Whitcomb Riley en el que se habla de esto, de volver a casa, como el reencuentro con todo lo bello, lo genuino y lo puro de la niñez y la juventud, me han venido a mí estas frases. Tal vez nos pasemos la vida perdiendo el tiempo en búsquedas inútiles hacia adelante y hacia atrás.
El poema es precioso, dulce y melancólico, pero esas dulzuras y esas melancolías son embriagadoras como el riquísimo vino de Oporto. Son una anestesia muy efectiva, pero, al final, dan dolor de cabeza cuando se pasa el efecto.
¿Volver a casa?… ¿Tan lejos de casa?… No lo sé. tal vez no esté una tan lejos. Lo mismo es que solo se ha estado un poco desorientada.
Nada está tan dentro de uno mismo como la paz y la felicidad. Reencontrarlo es volver a casa. y a eso también creo que se refiere el poema de Whitcomb Riley.