Croisantes impermanentes (para vagos e impacientes)
El título no es un insulto hacia quienes opten por probar a hacer esta Pseudorreceta o, al menos, no lo es en la medida en que yo tengo bastante inclinación a la vagancia-aunque soy una «vaga contrariada», como dice de sí mismo un buen amigo mío- y, por supuesto, como ya he confesado en otras entradas, la paciencia es otra de las virtudes que no me adorna ni de lejos.
Por esto y porque me gustan los croisantes, y es casi una utopía encontrarlos verdaderamente ricos a la vuelta de la esquina, me embarqué en la tarea de hacerlos yo, pero sin mucho lío.
Lo primero que hay que tener es una de esas bases estupendas de hojaldre preparado, que se venden por todas partes y que son una bendición, porque -al menos por ahora- servidora no se atreve con hacer esta masa. Ya veremos más adelante…
Teniendo esto, el asunto es coser y cantar: lo primero es cortar la masa en triángulos, si la base es redonda, saldrán cuatro, con uno de los lados curvos, pero esto da igual.
Pues bien una vez que tenemos la masa cortada en triángulos lo que hay que hacer es enrollarlos a partir de la base y, una vez hecho el rollito, juntar las puntas para obtener la forma de luna en creciente.
Antes de enrollarlos, se les puede poner un relleno. Yo metí en uno de ellos una onza de chocolate del de hacer a la taza, en otro unos arándanos con perlitas de chocolate de fundir, en otro un poco de mantequilla… en fin, que cabe casi cualquier cosa que a uno se le ocurra.
Una vez preparados, se ponen, bien en la bandeja del horno sobre un papel de hornear (que suele venir con la base de hojaldre), bien sobre una bandeja de silicona para horno, y se pintan por encima con un almíbar.
Y… ¿cómo hacemos el almíbar? Pues, haciendo gala de mi gusto por lo rápido y cómodo, tomé una cucharada de miel, le añadí un poquitín de agua caliente y lo mezclé bien. Esto hizo perfectamente el papel de almíbar porque el resultado fue estupendo.
Antes de meter los croisantes en el horno, este ha de estar precalentado a 180 grados. Luego, con tenerlos ahí unos 15 minutos… ¡ya te los puedes zampar!… Bueno, hay que esperar un pelín para no quemarse, pero poco más.
Los hice por primera vez, hace ya tiempo, para merendar con unos amigos y desaparecieron -los croisantes, se entiende- en un visto y no visto. ¡Lo que es la impermanencia de los fenómenos de la realidad!