Días de canela y membrillo: dos recetas de bizcocho y compota
Los días de horno encendido han vuelto a esta casa. Si hago memoria, me parece que hace más de un año que no hacía un bizcocho. Aunque no varío mucho en mis recetas, también es cierto que nunca repito porque voy utilizando los ingredientes que me van quedando o que se me ocurren en ese momento.
En este tiempo parece que el cuerpo y el alma me piden dulces con canela. Es una de mis especias favoritas, tan versátil, tan agradecida, cualquier cosa (dulce o salada) con canela se viste de fiesta.
Ayer por la mañana no solo puse el horno, sino que también saqué la olla grande para hacer compota de membrillo, naranja y jengibre, al tiempo que me ponía de fondo…
¡Y a cantar!
Pero, en fin, vamos al asunto importante: las recetas:
BIZCOCHO DE CANELA Y AVELLANA
¿Qué le puse esta vez?…
-160 gramos de harina integral y blanca a partes iguales, con su cantidad correspondiente de levadura tipo Royal.
-100 gramos de panela.
-100 gramos de mantequilla.
-2 huevos
-1 yogur natural (tanto que lo hago yo en casita).
-2 cucharadas de canela molida
-un puñadito de avellanas tostadas.
-un puñadito de semillas de lino.
¿Qué hice con estos ingredientes tan ricos?
Pues, con unos mimbres tan buenos, era muy difícil que no saliera algo bien rico.
Empecé por meter las avellanas en el congelador para luego poder trocearlas con el molinillo de café eléctrico. esto me lo comentó mi amiga Lupe, que sabe mucho de estas cuestiones. Como los frutos secos son muy grasos, si se meten sin más en el molinillo, se convierten fácilmente en una pasta, que no es lo que precisamos ahora. Nuestro objetivo es trocear las avellanas hasta hacerlas casi una harina que pueda integrarse en la masa. Pero eso lo dejamos para el final, porque así damos tiempo a que se enfríen lo más posible. Lo bueno realmente hubiera sido tenerlas ya allí desde antes de empezar, pero, con esta tendencia mía a la improvisación…
La preparación de la masa es la de siempre: se mezclan los huevos, la mantequilla cremosita, la panela, el yogur y la canela. Se bate todo muy bien y después se añade la harina y se sigue batiendo hasta que queda todo bien mezclado.
En la base del molde (yo utilizo uno de silicona) puse un poco de la mezcla y le añadí las avellanas recién troceaditas, para que quedasen en la base del bizcocho. Después añadí el resto de la masa y, finalmente, puse por encima las semillas de lino, hundiéndolas un poquitín en la superficie para que se incorporasen bien durante la cocción.
Con el horno previamente calentado a 190 grados, metí esta mezcla durante 40 minutillos de nada. ¡Y el resultado ha sido estupendo!
Terminado el bizcocho, con un aroma cálido extendiéndose por toda la casa, me lie con la siguiente:
COMPOTA DE MEMBRILLO, NARANJA Y JENGIBRE
¿Qué necesité?
-2 membrillos.
-3 limas.
-1 naranja.
-40 gramos de jengibre fresco.
-350 gramos de azúcar.
-4 gramos de agar-agar.
¿Qué hay que hacer?
Es tan fácil de contar como de elaborar, aunque resulta bastante laboriosa: pelé la fruta y el jengibre, lo troceé mucho para facilitar la mezcla y la cocción, y le añadí el azúcar.
Lo dejé así, sin más, unos 10 minutos y luego le añadí un par de vasos de chupito de agua y el agar-agar, que viene muy bien para dar consistencia a la compota, porque, si no, al tener poca proporción de azúcar no espesa demasiado. Concretamente para algo más de un kilo de fruta he puesto 350 gramines.
¡Ah, me olvidaba! También añadí un poco de la cáscara de la naranja, bien picadita y sin la parte blanca. Por lo demás, Salvo el corazón de los membrillos y la piel de la fruta y el jengibre, no quito nada más. Me gusta dejar la pulpa íntegra, sin filtrar.
Con la mezcla en la olla ya solo queda cocer y cocer, remover y remover. el proceso viene a durar unos 20 minutos más o menos. pasada esta fase, cuando la mezcla dejó de burbujear, con el brazo de la batidora terminé de trocear y unificar todos los ingredientes.
Todavía en caliente metí la compota recién hecha en cuatro tarros de cristal muy bien cerrados que, inmediatamente, puse boca abajo. Este truco me lo contó mi amiga Ángela, que es muy apañada. Con esta sencilla maniobra se hace el vacío en los tarros y te evitas el trajín de ponerlos al baño maría. Aunque, como dice alguno de los beneficiarios de mis «experimentos», estos nunca duran tanto como para que haya que tomar medidas de conservación.
Expones las prosaicas recetas de cocina de tal manera que parecen una entretenida historia. Hay que tener bulanicos en la cabeza y mucho salero para eso. ¿No serás una espía de satanás que robas recetas del dulce de Navidad?
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¡gracias! Espía de satanás sí que no, pero lo de los bulanicos en la cabeza…
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Víctor tiene mucha razón, unas sencillas recetas y las cuentas con muchísima gracia… Ese bizcocho ha tenido que salir de lo más rico, avellanas, canela y mantequilla… Hum, qué bueno todo. Qué afortunados los que lo han probado. Y de la compota, este año no puedo decir nada, pero de la del año pasado sí, y estaba deliciosa. La canción de Carlos Cano le va como anillo al dedo a la entrada, Marimer.
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¡Gracias, maja! Por cierto, llevas razón en que es más una compota que una mermelada. ¡Muy bien puntualizado!
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