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Mi soledad de arcilla

20 20Europe/Madrid julio 20Europe/Madrid 2021

La soledad es infinita, enorme. Es tan extensa que hay para todos nosotros durante todas nuestras vidas.
Además tiene la facultad de aparecerse en distintas modalidades, desde las más amables de los retiros anhelados, hasta las terribles y dolorosas de las duras pérdidas que nos perforan las alas de la alegría.
La soledad es sólida, cuando se convierte en un ancla que nos sujeta a nuestro propio ser, cuando nos permite encontrarnos y reencontrarnos con ese yo fuerte e incondicional que está siempre disponible, sobre todo cuando ni lo sospechamos. Y sigue siendo aún más sólida y pesada cuando cae sobre la cabeza y los hombros, como un telón mojado y viscoso, que no nos deja movernos ni apenas respirar.
Hay también una soledad líquida, amable y plateada como la lluvia de otoño que impregna el alma de serenidad. Pero, al mismo tiempo, puede presentarse en el llanto desbordante de un océano de dolor con sabor a lágrimas.
Cuando uno experimenta la ligereza de su verdadera naturaleza, carente de lastres y rémoras, la soledad es etérea y ligera, igual que un delicado aroma de incienso. Sin embargo, otras veces, se manifiesta en un olor intenso a pobreza y carencia que apenas permite respirar y que se pega a la piel sofocantemente.
En fin, la soledad es así, ni buena ni mala. Es, sencillamente, es. Huir de ella es como huir de la propia sombra. Ante la inmensidad no hay otra solución que sumergirse y bucear con los ojos abiertos por las simas de la mente, aprovechando las corrientes y contemplando el espectáculo de la profundidad de la vida de todos, tan igual y tan distinta.
En esta tarde de verano, encerrada en este «barco quieto» que es mi casa, toco mi soledad y la moldeo con los dedos. Como si fuera una arcilla húmeda y aromática, aunque al principio me da miedo de que se me pegue entre las uñas o me manche el parqué, sigo adelante y voy formando con ella, suavemente, una vasija tierna y fresca donde depositar mis sueños.

From → Budismo, Espejismos

4 comentarios
  1. Víctor Fernández-Chinchilla permalink

    Muy elocuente, serena e inspirada reflexión.
    Añadiría otro tipo de soledad: la soledad añorada, tan deseada como inaccesible para muchos. Dedícale alguna de esas preciosas líneas que tanto gusto da leer.

    Le gusta a 1 persona

  2. Fernando permalink

    ¡Precioso escrito, Mercedes!
    Soledad y Tristeza son dos amigas que se llevan muy bien, no les gusta andar separadas, cuidado con las añoranzas que a veces se vuelven realidad cuando menos la deseas…

    Le gusta a 1 persona

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