un puñado de arena
Noches de arena
¿Dónde han ido cayendo
tantos segundos?
El polvo de otro tiempo
entra por las ventanas,
duerme en el suelo
hasta quedar pegado
en cada paso
bajo los pies desnudos
camino del desvelo.
Doy vueltas sobre mí misma como los relojes de arena.
En estas tórridas noches de insomnio se deslizan los segundos irritantemente lentos. Los retazos del pasado se desintegran en un polvo fino, que se acumula rápidamente formando una montaña de futuro amenazante, terrible: ¿habrá tormentas y ventiscas?, ¿habrá corrimientos de tierra?, ¿caerán rayos sobre los árboles incendiándolo todo?, ¿las fieras saltarán sobre mi espalda desgarrándome la piel? Todo eso, y mucho más que no puedo ni imaginar, me está esperando agazapado en la terrible cordillera que se forma bajo mis párpados cerrados y despiertos.
Sin embargo, en unas pocas horas, ya de mañana, el tiempo vuelve a darse la vuelta y la montaña de la noche se va deshaciendo, cayendo mota a mota, transformada ahora en un polvo levísimo que se deposita inocentemente en el suelo de madera pulida.
Parece que ya no habrá ventiscas, ni fieras, ni rayos. ¿Pero seguro que no?…
No hay que fiarse del suave polvo que se pega en los pies desnudos. No hay que descuidarse porque esta noche, en la calurosa vigilia, volverá a reagruparse y elevarse en una inmensa e infranqueable cordillera, plagada de amenazas y peligros tan misteriosos y estremecedores como el propio tiempo.
Y, no obstante, ¿será todo en realidad un solo puñado de arena?…
¿Has probado a contar ovejitas? No hay que darle la espalda a lo clásico. Las ovejitas te relajan, te confortan y en el mundo del revés de los sueños se comen a los lobos y otros monstruos oníricos.
También es muy práctica la lectura de crimen y castigo
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Reconozco que «Crimen y castigo» hace milagros en muchas ocasiones. Este verano me ha sumido en alguna siesta de esas termendas, pero por la noche no me ha funcionado tan bien. Al final, la verdad, no compensa: me ha resultado muy poco crimen y muchísimo castigo. En cuanto a lo de las ovejitas… No sé… Si es que lo que da miedo es la vida de vigilia.
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No me toqueis a mi Dostoievski, que me pongo en plan Raskolnikov y pueden rodar cabezas
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Sabía yo que iba a haber protestas… Lo cierto es que a Víctor sí que le gusta, soy yo la que no puede con ello. pero tú, ni queriendo, podrías resultar tan desagradable como Raskolnikov. No obstante, como estimo bastante mi cabeza, no diré mucho más…
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